viernes, 19 de diciembre de 2025

La aniquilacion de la ortografía

 




¿Estamos ante el fin del castellano tal como lo conocemos? Probablemente no. El idioma es un organismo vivo que muta, se adapta y sobrevive. Pero, mientras tanto, no puedo evitar sentir un pequeño escalofrío cada vez que leo un "k hase" en un entorno profesional.

Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que las tildes no eran adornos opcionales y las "haches" no eran mudas por decreto de la pereza. Hoy, sin embargo, nos encontramos ante un escenario digno de un thriller postapocalíptico: la aniquilación total de la ortografía.

Lo intentó Hervé Bazin en su ensayo de 1966, ¡Adelante, los signos de puntuación!, él sentía que el alfabeto era "emocionalmente pobre" y diseñó toda una familia de signos experimentales para matizar la voz escrita. Aunque el lenguaje moderno permite romper reglas, en la literatura se suele preferir el ritmo de las palabras sobre los signos nuevos.

Pero, ¿cómo sobrevivir en un mundo donde los puntos de suspensivos gobiernan y los emojins son el nuevo alfabeto? Es que, ¿nos estamos perdiendo algo esencial o simplemente no estamos quedando atrás y no nos adaptamos a esta nueva forma de comunicar?

El lengüaje siempre ha sido el campo de batalla entre puristas y revolucionarios y hoy las trincheras son facebbok, tweets, memes y whattapp.

Pero ojo, cuando las reglas básicas se difuminan tambien lo hace la precisión, porque seamos honestos, ¿firmaríamos un contrato escrito con emojins? ¿Entenderíamos igual a Neruda sin puntos y comas?

Tal vez la próxima gran revolución no sea tecnológica, sino gramatical: el exótico arte de poner los puntos y las comas donde realmente corresponden.

Comenten sin miedo (los puntos suspensivos, los emojins y las "k" están permitidas... por esta vez)