jueves, 16 de enero de 2014

Comunicación


Vivimos en este planeta junto a 7.080.360.000 personas con necesidad de comunicarse. Existen infinitas maneras de comunicarnos... Hoy, una persona promedio pronunciará 17.520 palabras... En el idioma que sea, en el país que sea a otras 7.4 personas. Enviamos más de 300 mil millones de mails, 19 mil millones de mensajes de texto, agregándose a la creciente avalancha de información Aquí. En 1866 una vez colocado el primer cable telegráfico transatlántico  hecho con 550.000 kilómetros de cable de cobre y hierro, diseñado para cubrir 4.630 kilómetros a lo largo del lecho marino, se pudo usar para mandar impulsos eléctricos y señales en código y asi hacer llegar mensajes al otro lado del mundo.
Los seres humanos estamos conectados mediante impulsos para compartir nuestras ideas... Y el deseo de saber que hemos sido escuchados. Todo es parte de nuestra necesidad de comunicarnos. Por eso estamos mandando constantemente señales y signos. Por eso los buscamos en otras personas.
Siempre estamos esperando mensajes. Esperando conectar. Y si no recibimos algún mensaje, no siempre significa que no nos lo hayan enviado. A veces significa que no hemos estado lo suficientemente atentos.

martes, 14 de enero de 2014

Una tormenta perfecta


En la naturaleza como en la vida existen tormentas, momentos por los que todos algún día pasaremos, lo queramos o no.
Una tormenta Perfecta es un término utilizado para describir una situación en que todas las variables posibles trabajan en su peor estado. Todo sale mal. Algo que la ley de Murphy dice: si algo tiene la posibilidad de salir mal, saldrá mal.
A veces las tormentas no llegan completas. A veces, se forman con los días o hasta en semanas. Lo peor que puedes pensar es que no te tocará a ti. 
Una tormenta Ártica, moviéndose al sur, puede de repente colisionar con una tormenta tropical con camino al norte. Y cuando estas colisiones del clima tienen lugar, hace que la tormenta explote. La suma total de su energía destructiva es mucho más grande si cualquiera de las dos nunca se hubieran encontrado, creando lo que a veces los meteorólogos llaman "condiciones perfectas" para una tormenta mortal.
Una tormenta perfecta.
Y cuando estas tormentas perfectas se desatan, tienes que reconocerlas por lo que son.
Reconocer su impresionante poder...
Y agarrarte fuerte.
Al final todas las tormentas amainan. Cuando todos los árboles han sido arrancados, cuando todas las casas han sido despedazadas, el viento por fin calla. En el cielo se abren claros, la lluvia cesa. El cielo se despeja en un instante y sólo entonces, en los momentos de calma tras la tormenta, sabemos quien fue lo bastante fuerte para sobrevivir.