miércoles, 23 de octubre de 2013

Cirano de Bergerac


Como no todo es tan serio ni aburrido en la vida, me he tomado la libertad de indagar un poco en la vida de nuestro Cyrano de Bergerac. Este amigo, se llamaba Savinien de Cyrano (1619-1655) y escribió obras que nada tienen que ver con el poema de Rostand, donde fue transformado en héroe en un afortunado drama en verso. Nuestro Cyrano, hasta cierto punto fue un hombre que se inscribía dentro de las corrientes que, en contravinencia con el absolutismo religioso del momento, creían en la elíptica, que la tierra giraba, y por eso vamos a encontrar en su obra El Otro Mundo y los Imperios de la Luna, referencias a Copérnico, Cardano, Yordano Bruno y va a ser escrita simultáneamente a la condena de Galileo. Muchos no dudan en calificarlo como el padre de la ciencia ficción. En el Viaje a la Luna, Cyrano, de alguna manera, anticipará situaciones de los Viajes de Gulliver. Ahora, con respecto a su nariz, según Italo Calvino, es muy probable que tuviese tan famosa y excesiva apéndice. Dado que hizo un elogio de las narices notables, elogio que, aún perteneciendo a un género difundido en la literatura barroca, es improbable que fuera escrito por alguien con nariz pequeña o roma (cita Calvino un extracto de la obra: "Los habitantes de la luna, para saber la hora, se valen de un meridiano natural formado por una larga nariz que proyecta su sombra sobre los dientes, usados como cuadrantes." Tras esta afirmación, sé que nunca debo regalarte un reloj, mi querida Clo. Pero no se trata sólo de ostentar la nariz, continúa Calvino. Los habitantes de la Luna, de condición noble, andaban desnudos, y como si no bastara, llevaban en la cintura un colgajo de bronce en forma de miembro viril: "Si esta usanza me parece extraordinaria, dije a mi joven huésped, es porque en nuestro mundo es signo de nobleza llevar la espada. Pero él, sin turbarse, exclamó: hombrecito mío, cuán fanáticos son los grandes de vuestro mundo, que exhiben un instrumento característico del verdugo, construido sólo para destruirnos, enemigo jurado en fin de todo lo que vive (como los militares). Y en cambio esconden un miembro sin el cual estaríamos en la condición de lo que no existe, el Prometeo de todos los animales, el reparador infatigable de las debilidades de la naturaleza ¡infortunado país donde los símbolos de la procreación son objeto de vergüenza y se honran los de la destrucción! Asimismo, llamad a este miembro ·"vergüenzas" (como si hubiera algo más glorioso que dar la vida o algo más infame que quitarla." Concluye Calvino que esto demuestra que el belicoso espadachín de Rostand era en realidad un adepto del hacer el amor y no la guerra. Pero incurriendo en un énfasis procreador que nuestra era anticonceptiva no puede sino considerar obsoleto. 

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