La vida adulta nos recibe con obligaciones, juramos lealtad a la bandera, prometemos devolver los libros a la biblioteca, pero según como y vamos cumpliendo años hacemos votos, nos cargan con compromisos: no hacer daño, decir siempre la verdad y nada más que la verdad, amarnos hasta que la muerte nos separe, las promesas se van acumulando y llega un momento que les debemos a todos y de pronto pensamos ¡qué mierda!
En fin, descubrirás que todos quieren una parte de ti y de pronto las obligaciones nos abruman, hacia nuestros seres queridos, hacia nuestros amigos, hacia nuestro trabajo, hacia nuestro prójimo, hacemos lo que haría cualquier persona en su sano juicio, huir de nuestras promesas esperando que las olviden, pero tarde o temprano nos alcanzan y a veces ves que a la obligación que más temes no merece que huyas de ella…
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