miércoles, 10 de diciembre de 2014

Navidad...


En el Centro Comercial del Bosque todo era confusión. Los señores animales y las  señoras animales corrían de un lado para otro haciendo las últimas compras, las señoritas  empaquetadoras se volvían locas haciendo paquetes, los señores vendedores se reían contando billetes, las escaleras automáticas subían y bajaban, las luces se encendían y apagaban. Y en medio de todo ese gentío camina un ratoncito con zapatos demasiado grandes, camisa demasiado chica, pantalones demasiado rotos y un hambre demasiado a prisa. 

El ratoncito Ramón va para allá, va para acá. El gentío lo lanza para un lado, lo lanza para el otro. Y de bote en rebote fue a dar a una tienda de juguetes donde una señorita lora con ojos apurones y manos atarantadas envolvía regalos y se confundía con las cajas, las cintas, las flores y las guindas. Las manos de la lora se movían como remolinos al envolver una pelota, se movían como aplaudiendo para amoldar el papel y se quedaban como atontadas cuando tenía que anudar la cinta, porque se le deslizaba el nudo y vuelta a empezar. Una gallina que esperaba se paró en una pata, se paró en las dos, dio un par de aletazos y un cocorocó. 

El ratoncito miraba desde afuera. El sabía que para que un nudo no se deshiciera tenía que pedir prestado un dedo a alguien para aplastarlo. Así ataba él los cordones de sus zapatos y siempre le pedía prestado un dedo a su amigo Pimpo. 
-¿Le falta cocoromucho? -preguntó la gallina, con voz impaciente. 
-El nudito y está listo -dijo la lora con el papel engomado pegado a la nariz.. 

Hizo de nuevo el nudo, armó de nuevo la rosita, la cinta se deslizó... y plim... se deshizo todo. La lora simuló cantar y comenzó otra vez.. Y... un dedito entierrado aplastó el nudo. La lora hizo la rosa, el paquete quedó listo y maravillosamente arrugado. 
-Puf... cocorogracias -dijo la gallina. 
-Tienes trabajo, Ramón -dijo la lora que era muy rápida de pensamiento. 
-Ay -dijo el ratoncito con el dedo colorado por el tremendo apretón. 

Y comenzó a trabajar. Zap el dedo en la cinta, zum el apretón, zip afuera su dedo, zapzupzip el regalo simpaticón. 
-El próximo -ordenó la lora, con las tijeras colgando de la oreja. 

Pero, mientras iban y venían señoras con caras de mamás, el ratoncito sentía que su dedo se volvía triste y que el hambre del estómago le llegaba al pecho. Por eso la lora tenía que darle un codazo para que ¡ zip ! recordara retirar el dedo. 
-El próximo - apuró la lora, pisoteando los papeles sobrantes. 
-Envuélvame este libro, por favor -dijo una voz de señora ratona. 

Y el ratoncito se quedó con el dedo en el aire. La lora dijo ejem, psttt... Pero el ratoncito seguía con el dedo en el aire mirando a la ratona. La lora no perdió tiempo... agarró el dedo de Ramón, lo aplastó en la cinta, zas le hizo un nudazo, el ratoncito no hizo zim para sacar el dedo y zapzupzip le entregó el regalo a la clienta con Ramón colgando del paquete. 
-Gracias -dijo la ratona mirando la sorpresa que le habían atado a su regalo. 
-El próximo -dijo la lora, con una sonrisa. 
-Ay -dijo el ratoncito soplando su dedo, mientras daba un brinco para acurrucarse con regalo y todo en el pecho de la ratona con cara de mamá. 

Y mientras se escuchaba un villancico cantado por pollos amarillos y un Viejo Pascuero repartía caramelos, la ratona daba un beso al ratoncito en la cara, en el hambre y en su dedo.

P.D. Esta navidad regala AMOR!!!

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