El ajedrez ha sido definido de muchas y diferentes formas: ¿es un juego?, es un modo de ver la vida y la guerra?.
Pero, si hay un defecto en el ajedrez como juego de guerra es este:
... a diferencia de la guerra las reglas del ajedrez son constantes, las piezas no se pueden cambiar, nunca ganarás el corazón de una torre o la mente de un caballo, son sordos a tus argumentos y así es. La meta del juego de ajedrez es la aniquilacón total, pero en la guerra incluso cuando la sangre palpita en tus oidos y compites contra el enemigo, está la esperanza de que mentes más sensatas que la tuya te detendrán antes de que logres tu objetivo en la guerra a diferencia del ajedrez las reglas pueden ser cambiadas, las treguas se pueden combocar, los más grandes enemigos se pueden comvertir en los mejores amigos... en la guerra hay esperanza.
... a veces la historia nos alcanza, puedes huir de ella o salir a su encuentro, puedes temerle... o luchar y cambiarla.
El ajedrez y el recuerdo de mi hermano son la misma cosa. No lo ví nunca como un juego de aniquilación, quizás porque no hay nadie como mi hermano para reir y pasarlo bien.
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