La tierra es redonda y plana a un tiempo. Es evidente. El hecho de que sea redonda es indiscutible, y el de que sea plana es nuestra experiencia compartida, también indiscutible. El globo no sustituye al mapa; el mapa no desvirtúa al globo.
Los mapas son mágicos. En el ángulo inferior se ven ballenas y en el superior cormoranes que acarrean peces de ojos saltones. Entre medio hay una relación subjetiva del estado de las cosas. Configuraciones aproximadas de países que pueden o no existir; quebradas líneas rojas que marcan senderos que, en el mejor de los casos, son aventurados y, en el peor, han perdido existencia. Los mapas se rehacen constantemente a medida que parecen aumentar los conocimientos. ¿Aumentan los conocimientos o se acumulan los detalles?.
El mapa puede ayudarme a encontrar un lugar que no he visto pero que a menudo he imaginado. Cuando llego, siguiendo fielmente el mapa, el lugar no es el sitio de mi imaginación. Los mapas, que cada vez son más reales, son mucho menos veraces.
Y ahora que nos apiñamos sobre la tierra con nuestros minúsculos cuerpos de insectos, ponemos banderas y construimos casas, da la sensación de que todas las odiseas están cumplidas.
Pues no es así. Pliega los mapas y guarda el globo. Si alguien más ha trazado el derrotero, que se apañe. Comienza otro dibujo con ballenas en la parte inferior y cormoranes en la superior y, si es posible, identifica entre ambos los lugares que todavía no has hallado en esos otros mapas, las conexiones que sólo son evidentes para ti.
Redonda y plana, es muy poco lo que se ha descubierto.
jueves, 22 de septiembre de 2011
Mapas
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario