lunes, 5 de abril de 2010

Revoluciones y Dictaduras


De Robespierre a Lenín, quizás la perversión suprema de los ideales revolucionarios ha consistido en vincular la emancipación del hombre, su anhelo de libertad, con la dictadura. Para que esta aberración histórica se diera fue necesario que ambos hombres (que tenían en común su pasión por la felicidad del prójimo y su consecuente olvido de sí mismos, su absoluta falta de egolatría) cometieran, en circunstancias muy distintas, dos colosales errores. El primero consistió en pensar que era posible alcanzar la libertad (que es el fin de todo proceso revolucionario) suprimiéndola provisionalmente (ejercer la dictadura como medio adecuado para consolidar los ideales revolucionarios). Y el segundo consistió en creer que podía haber una forma colectiva, hasta democrática de ejercer la dictadura. Robespierre habló de dictadura y terror revolucionario para salvar la República. Lenín concibió la dictadura del proletariado (atribuyendo astutamente semejante engendro al propio Marx) como el terror de clase para crear una sociedad sin clases. Que pasión, inteligencia y capacidad estratégica pusieron aquellos dos grandes líderes en crear esa figura de la dictadura como forma de gobierno. Y, peor aun, como forma de gobierno revolucionario. Ninguno de los dos disfrutó del poder los escasos años que fueron necesarios para que las dictaduras que ambos engendraron mostrarán que no eran otra cosa que la guillotina de todos los ideales revolucionarios. En menos de diez años, el terror de los grandes y puros revolucionarios, Marat, Saint Just y Robespierre, desembocó en Napoleón Bonaparte, el primer militar de la historia contemporánea que se haya hecho elegir dictador en forma democrática. Y aquella dictadura del proletariado, tan colectivamente elaborada por Trosky, Bujarín, Piatajov, Porbachensky, bajo la dirección de Lenín, desembocó, cinco años después de muerto el bueno, el santo de la revolución, Vladimir Ilich Lenín, se convirtió en el más absoluto arbitrario y cruel poder personal que se haya conocido en la historia hasta entonces: el gobierno de Issif Visiaronovic Cugazuili, el modesto hijo de un zapatero de Georgia que murió siendo Stalin, el supremo dictador de Rusia (o: camarada Stalin, Sec. Gral del PC soviético y Presidente de la URSS). Dos siglos completos. El estremecimiento de todas las sociedades europeas en uno u otro sentido. Elites de todos los países exterminadas. Veinte millones de campesinos rusos, cuando menos, sepultados por la colectivización o arrancados por ella de sus hogares, parecen que no han sido suficientes para lo que queremos demostrar: que no existen dictaduras, sino dictadores y que los gobiernos de los dictadores conducen a todo, menos a la libertad.


2 comentarios:

  1. hello... hapi blogging... have a nice day! just visiting here....

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  2. Cuando se habla de dictaduras siempre se señalan a grandes dictadores de la derecha como autores, que lo son, de miles y miles de asesinatos.
    Pero curiosamente olvidan a los dictadores comunistas, Stalin, Pol Pot, etc.
    Y resulta que los mayores genocidios los han realizados estos últimos.
    Porque la gente no dice nada de éstos?

    Saludos.

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