lunes, 24 de mayo de 2010

Evolución

Un fuego modesto arde durante más tiempo. Lo mismo sucede con las estrellas.
Las más brillantes pasan una vida de extravagante despilfarro hasta que finalmente explosan en sacudidas terminales de autoexpresión, sobrepasando brevemente en fulgor a galaxias enteras. Mientras tanto los soles más tranquilos y humildes atienden con paciencia sus asuntos, envejeciendo en forma lenta y tranquila.
Irónicamente, hacen falta ambos tipos para dar lugar a una poción adecuada; pues sin la grandiosa falta de moderación de las supernovas, no habrían ingredientes, nada de oxígeno, carbono, silicio o hierro. Sin embargo, los firmes soles amarillos son también necesarios para cocer la mezcla en forma lenta y suave.
Tómese una mezcla estelar de elementos; condénsense pequeñas proporciones y adhiéranse a un pequeño globo de tamaño medio; sitúese a la distancia adecuada de la llama y hágase rotar lentamente, la corteza deberá burbujear y luego hervir a fuego lento durante los primeros millones de años.
Aclárese el hidrógeno de sobra bajo una ráfaga de luz solar.
Bombardéese con cometas durante un eón, o hasta que se forme una película líquida.
Manténgase en rotación y bajo calor durante varios miles de años.
Entonces no queda más que esperar…

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