
Las más brillantes pasan una vida de extravagante despilfarro hasta que finalmente explosan en sacudidas terminales de autoexpresión, sobrepasando brevemente en fulgor a galaxias enteras. Mientras tanto los soles más tranquilos y humildes atienden con paciencia sus asuntos, envejeciendo en forma lenta y tranquila.
Irónicamente, hacen falta ambos tipos para dar lugar a una poción adecuada; pues sin la grandiosa falta de moderación de las supernovas, no habrían ingredientes, nada de oxígeno, carbono, silicio o hierro. Sin embargo, los firmes soles amarillos son también necesarios para cocer la mezcla en forma lenta y suave.
Tómese una mezcla estelar de elementos; condénsense pequeñas proporciones y adhiéranse a un pequeño globo de tamaño medio; sitúese a la distancia adecuada de la llama y hágase rotar lentamente, la corteza deberá burbujear y luego hervir a fuego lento durante los primeros millones de años.
Aclárese el hidrógeno de sobra bajo una ráfaga de luz solar.
Bombardéese con cometas durante un eón, o hasta que se forme una película líquida.
Manténgase en rotación y bajo calor durante varios miles de años.
Entonces no queda más que esperar…
Una receta Universal.
ResponderEliminarLa sal de la vida.
Saludos.
La sal y la pimienta, agrego. Un beso en un lunes feriado.
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