ameritan ser repetidos en este breve relato. Sin embargo, Johnson lo mira detenidamente sin que su semblante cambie, pero no le dice absolutamente nada. El hombre, al observar la reacción de Johnson se aleja confundido, musitando algunos insultos más.
John Adams no puede creer lo que sus ojos han visto, y decide preguntarle a Johnson como es posible que se hubiera dejado insultar de esa manera aun cuando ellos habían llegado primero al puesto, y estaban en su derecho natural de haber sido atendidos primero. Samuel Johnson, fiel al estilo que lo consagraría, se queda meditativo por unos segundos y luego le responde: "Nunca, en cuanto te sea posible, debes permitir que otra
persona, fuera de ti mismo, decida como has de sentirte."
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