lunes, 6 de julio de 2009

Matilde















Nunca habrá un pretendiente
sumido en el desespero
al contemplar esos rizos
color miel de tu pelo
que te ame por ti misma
en vez de por tu cabello.

Pero yo puedo teñirlo
cambiando tanto el color
(castaño, negro o cobrizo)
que gane de un hombre el amor
por lo que soy por mi misma
no por dorado fulor

Escuché a un viejo piadoso,
que ayer noche sostenía
que halló un texto que probaba
que sólo dios, mi niña,
te amará por lo que eres,
no por tu testa amarilla




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