miércoles, 8 de julio de 2009

¿Te dije que te amo?

A petty:
Me imagino la mesa de tu casa, madera donde apoyas los codos, sostienen la cabeza con las manos, pensando en mí.
Quiero creer que pensando solamente en mí. Que lo demás, lo que hubo antes, se evaporó como una borrachera.
Con que jaboncito mágico podrá borrarse de tu pensamiento todo lo que no tenga que ver conmigo.
En blanco te quiero.
Sin ayer te quiero.
Una estatua te quiero, hasta el momento de conocerme.
Que, como en los cuentos de hadas, mi aliento haya sido el causante de tu despertar, de tu entrada a la vida.
Me duele tu memoria anterior.
Me golpea cada paso que hayas dado hacia otra parte que no fuera ese día, ese lugar, esa hora en que mis pasos llegaron a juntarse con los tuyos.
Algo en mi te descubrió.
No me preguntes que hubo en esa fugacidad, en ese leve intercambio de saludo y chau que entretejió con una telaraña irrompible nuestras vidas.
Me imagino tu pequeño jardín donde cultivas violetas, esas que llegan apretadas en tus cartas.
Imagino tus manos sucias de barro arrancándolas. Tímidas flores que me hicieron crecer sonrisas pequeñitas como sus pétalos vivos.
Ahí quiero estar ahora.
No se esperar, ni darle tiempo al tiempo.
La paciencia y la resignación no son virtudes: son una desgracia.
Yo desvivo sin ti.
Y desmuero cuando tu voz me crea.
Mi nariz quiere olerte en el aire de este cuarto.
Como un sabueso entrenado busco con el hocico tu presencia en las telas, en mi ropa, en los papeles que has tocado.
Ay, tus cartas.
Ay, cuando las abro y aparece una ramita de pino, un jazmincito.
Pájaro de tu árbol soy.
Raíz.
Nido.
Canto.
Tu savia soy.
Humildemente quiero ser tu sangre.
Humildemente quiero ser tu balsa de madera olorosa.
Humildemente quiero ser las rosas de tus plantas.
Humildemente quiero ser un fuego que te derrite sin quemarte.
Humildemente quiero ser tu sueño, el agua que te lava, la sábana que te cubre, la mañana que te besa los parpados con un licor de oro, la sed que te bebe a traguitos pequeños, la sed que te enloquece, la sed que te trae hasta aquí sin demora, el huracán que te sacude, la paz que te distiende, las alas…ay, ay, yo quiero ser tus alas, extendidas alas llevándote y trayéndote, elevándote sobre todos los paisajes del mundo, sobre todos los paisajes del alma, sobre todos los paisajes del cuerpo.
Desmorime, pero no me desames.
Desátame, pero no me deshojes.
Desvivime todo lo anterior, pero dame la vida de ahora en adelante.
También yo quiero estar en blanco.
También yo quiero estrenarme contigo.
Desaprender dolores y antiguas alegrías.
He rezado de rodillas pidiéndole a Dios que me permitiese encontrarte.
Y ahora, de rodillas, le estoy dando gracias por haberme brindado este milagro.
“Te voy a hacer brillar. Voy a hacerte brillar”, me dijiste…
Y si estuvieras ahora, aquí, verías las doradas lentejuelas de mi piel, la lluviecita de estrellas que vuelan de mi cuerpo hacia toda la casa, esta casa que esta noche, con las luces apagadas, tiene más luz que la que nunca tuvo.
Amor, amor, ¿te dije que te amo?

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